Samskaras,
En el Yoga Vasishta, texto clásico del hinduismo que data del siglo XIII de nuestra era, se fundamenta la necesidad de meditar como única posibilidad de liberarnos de la influencia que la mente subconsciente ejerce sobre nuestra vida cotidiana. El problema se plantea de la siguiente manera: Todos sabemos algo acerca de la naturaleza de la mente consciente. Pensamos, sentimos y actuamos, y somos conscientes de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. Y cualquier cosa que pensemos, sintamos y hagamos -en síntesis, todas nuestras experiencias- se encuentran almacenadas en la mente subconsciente.
Podemos recordar ciertas cosas que hemos hecho. Pero, ¿por qué somos capaces de recordar? Porque lo que hicimos ha quedado fijado en la mente. Cada pensamiento, sentimiento y acción deja una impresión en nuestra mente. Nada se pierde. La suma total de esas impresiones es lo que constituye el carácter de un individuo. Somos el resultado de lo que hemos pensado, sentido y hecho. En su momento, nuestras tendencias acumuladas determinan y controlan nuestros pensamientos, sentimientos y acciones conscientes. La manera en que reaccionamos ante el universo objetivo está gobernada por nuestro propio carácter individual, que es la suma total de nuestras reacciones pasadas.
Pero, ¿entonces dónde se queda el libre albedrío? ¿Acaso no podemos elegir la manera en la que reaccionaremos ante determinadas condiciones y circunstancias? La respuesta es que sí podemos elegir, pero nuestro albedrío no es totalmente libre. El albedrío con el que hago mis elecciones, se comporta de acuerdo a mi carácter, esa suma total de mis acciones, pensamientos y sentimientos pasados. Y no sólo de esta vida presente: la mente subconsciente porta el registro de muchas vidas pasadas. Es por ello que somos lo que hemos hecho de nosotros. La mente subconsciente lleva consigo el registro completo de nuestro pasado y presente; define el carácter y las tendencias con las que hemos nacido, y éstas, a su vez, determinan la manera en que reaccionamos a las condiciones presentes.
Todos reconocemos el poder de la influencia ejercida por la mente subconsciente, sin embargo, nuestra experiencia presente nos puede aportar cierto conocimiento que nos lleve a cuestionar nuestra actual forma de ser. A través de la experiencia, tiene lugar un cierto desarrollo en las ideas que sostiene la mente consciente.
Desarrollamos un cierto sentido de lo que es bueno y malo, conveniente e inconveniente. Ciertos ideales y principios nuevos arriban a la mente consciente. Reconocemos que debemos vivir de acuerdo a estos nuevos ideales y principios. Empezamos a conocer una mejor forma de vida. Pero nos descubrimos incapaces de vivir de esa mejor manera. Esta es una experiencia que cada uno de nosotros ha tenido en algún momento. Sabemos, pero no logramos realizar. Un ladrón, por ejemplo, quisiera reformarse; ya no quisiera robar más. Sin embargo, pasa por algún sitio donde se da cuenta que sería muy fácil robar sin ser descubierto. Ya tiene un mejor conocimiento de la vida y, sin embargo, vuelve a robar. Lo mismo ocurre con cualquier otro mal hábito. Nos hemos convertido en esclavos de nuestra propia mente subconsciente. ¿Existe alguna salida para esta situación?
La respuesta es sí. El así llamado "libre albedrío" es controlado por nuestro propio carácter, así que ese término es en realidad un nombre inapropiado. Existe, sin embargo, una cierta libertad, que no es ni del albedrío, ni de la mente, ni del intelecto, sino del Espíritu dentro de nosotros que dice: "Aunque no puedo elegir, debo elegir". A pesar de que nuestra mente y carácter diga: "No puedo hacer esto," el Espíritu dice: "Debes hacerlo." Esa es la auténtica libertad que todo individuo posee, y a través de esa libertad del Espíritu, cada uno de nosotros encontrará la salvación.
RECONOCIMIENTO DE ALGO SUPERIOR A NOSOTROS
Reconocemos que existe algo más grande y superior que tenemos que alcanzar. Y que, debido a nuestros hábitos y tendencias construidos por acciones pasadas, lo encontramos casi imposible de lograr -aunque no completamente imposible. Si fuera totalmente imposible, entonces no tendría sentido la vida. Pero, debido a esa libertad del Espíritu, a pesar de que podamos fallar muchas veces, continuamos luchando, y esa lucha es la vida. Lo sepamos o no, la verdadera lucha consiste en superar a la mente subconsciente y ser libres nuevamente. De nada sirve sobreponerse al pasado y proponerse ser bueno en el futuro. Esto no funciona, pues en cualquier cosa que intentemos nuestras tendencias seguirán estando presentes. La única manera de borrar todas las tendencias del pasado, o samskaras, es a través de una completa transformación de la mente.
Y, ¿qué ocurriría después? En palabras de la filosofía del Vedanta, realizaríamos el reino del Ser. En palabras de la Biblia, realizaríamos el reino de los cielos que está dentro de nosotros. ¿Cuál es esa verdadera naturaleza que alcanzaríamos, ese reino de Dios? Es la perfección. Cristo dice: "Sé perfecto, tal como el Padre en el cielo es perfecto." La perfección relativa es imperfección. La perfección, para que sea perfección, debe ser una perfección absoluta, nada menos que eso. Y esta perfección sólo se alcanza al vaciarnos de todos los contenidos de la consciencia.
La mente es como un lago de agua sucia agitado por las olas. El reflejo del sol en ese lago no es claro. Pero si se logra aclarar y calmar el agua de ese lago, habrá una reflexión perfecta del sol.
El sol, la luz de Dios, brilla dentro de cada uno de nosotros, brilla en el lago de la mente, pero debido a las imperfecciones de esa mente, la luz se refleja de manera imperfecta. ¿Qué son esas imperfecciones? Son los samskaras que hemos creado, que, en su momento, generan pensamientos en nosotros que agitan la mente con ondas mentales, de tal manera que el sol dentro de nosotros, la luz de Dios, no puede ser reflejada apropiadamente. Ni siquiera somos conscientes de esa luz dentro de nosotros. Pero en el momento en que logramos liberarnos de nuestras tendencias pasadas, quedamos purificados. En el momento en que logramos la tranquilidad de mente, que Cristo llama "la pureza de corazón", podremos ver a Dios. "Benditos los puros de corazón, porque ellos verán a Dios." Y no es sino hasta que podamos ver a Dios y hayamos realizado la conciencia pura, que podremos decir que la mente subconsciente ha sido superada.
LIBERANDO LA MENTE DE SUS CONTENIDOS
¿Qué es lo que realmente se quiere decir con frases como "poner la mente tranquila” y “liberar la mente de todos sus contenidos"? Brahman, o Dios, se dice que es sat -eternamente existente. Éles. Él también es chit -la conciencia en sí misma. Y Él también es ananda -dicha o amor en sí mismo. En cierta manera, Brahman se refleja en nuestras mentes. Siempre está en nosotros, en cada momento de nuestras vidas. Esta existencia se refleja en cada uno de nosotros a través de saber que: Yo soy, Yo existo. Existimos, y tenemos conocimiento de nuestra existencia, pero este conocimiento sólo abarca los contenidos de nuestras mentes, no de la Realidad. Sólo cuando nos liberamos de los contenidos de la conciencia podemos darnos cuenta de la conciencia pura, que es Dios, la conciencia infinita. ¿Pero cómo se puede lograr esto?
Esto se logra uniendo nuestras mentes con la consciencia pura a través de la práctica constante de la meditación. En ese estado existe un continuo flujo de pensamiento hacia Dios, en el cual nada existe en la mente sino Él. Este estado se desarrolla con práctica.
La meditación requiere un grande y arduo esfuerzo para concentrar intensamente la mente hacia la conciencia pura o Dios. No importa cuál sea la concepción o ideal que se tenga de la Divinidad. Debe existir un ideal positivo hacia el cual orientar la concentración. Tenemos que suscitar (erigir) una poderosa onda de pensamiento que logre la exclusión de las demás. Nunca trates de poner tu mente en blanco - o te quedarás como un hueco. Pero piensa en Dios, concéntrate en alguna concepción de Dios, y te convertirás en Dios. Esto es a lo que el Vedanta se refiere como meditación: un flujo continuo de pensamiento hacia ese ideal único. En otras palabras, caminamos con Dios, dormimos con Dios, comemos con Dios, vivimos con Dios.Tenemos que luchar para mantener ese flujo constante de la mente hacia Dios.
Cuando la mente está constantemente unida con Dios y se haya establecida en la continua remembranza de Dios (simran), uno logra ese estado de meditación llamado dhruva smriti -el constante recordatorio de Dios. Para alcanzar ese estadio tenemos que adquirir una determinada pureza mental a través del control de los sentidos externos.Tenemos que practicar el recogimiento de los sentidos de los objetos sensorios para que nuestra atención quede sujeta hacia Dios.
Suponte que tienes el problema de limpiar un tintero que se halla empotrado en un escritorio. No lo puedes alzar para vaciarle la tinta. ¿Qué harás entonces? Verterás agua limpia en el tintero, hasta que la tinta y la suciedad se vayan saliendo. Seguirás vertiendo el agua limpia hasta que toda la tinta y suciedad hayan sido lavadas y el tintero sólo contenga agua clara. De la misma manera, no es posible vaciar la mente arrojando fuera los contenidos de la conciencia y poniéndola en blanco; pero lo que sí podemos hacer es continuar vertiendo el agua clara del pensamiento de Dios dentro de la mente hasta que las impurezas salgan por completo.
Esta es la experiencia que todo mundo tiene al comienzo: Al principio nos sentimos peor de lo que pensábamos que ya éramos. Tan horribles pensamientos y distracciones emergen cuando intentamos meditar, que acabamos diciendo: "¡Seguro que yo no era tan perverso hasta antes de empezar a meditar!
¿Por qué llegan ahora a mi mente estos pensamientos tan perversos, justamenteahora que intento meditar?" Esa es una experiencia generalizada. Al principio, parece como si pasiones más fuertes surgieran; porque al verter el agua limpia en la mente, la tinta sucia emerge hacia la superficie. La mente subconsciente en su totalidad se encuentra perturbada. Es como la capa de lodo en el fondo de un lago que, cuando es agitada, enturbia la totalidad del lago por algún tiempo. Todos pasamos a través de esa etapa de lago turbio, decarácter turbio. Ocurre con mucha frecuencia que cuando una persona empieza a llevar una vida espiritual, su carácter empeora en vez de mejorar. Los aspectos más negativos de su personalidad afloran a la superficie.
Eso es inevitable. Deja que emerjan y luego deshazte de ellos.
Con paciencia y perseverancia tenemos que seguir vertiendo a la mente el agua clara de Dios. Distracciones y pensamientos de maldad, y deseos perversos emergerán en la mente. Lucha por traer de regreso a la mente el pensamiento de Dios, una y otra vez. Practica un recuerdo constante de Dios. Cuando Arjuna escuchó acerca de este ideal de la meditación, dijo a su maestro, Sri Krishna: "Tú describes este yoga como una vida de unión con Brahman. Pero no alcanzo a ver cómo esto puede ser permanente. La mente es tan inquieta." Entonces Krishna le respondió: "En efecto, la mente es inquieta y difícil de ser sometida. Pero puede ser controlada a través de la práctica constante."
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