A principio de los años 50, los especialistas
en neurofisiología plantearon que con la inhibición de la mayoría de los
estímulos al cerebro, se lograba un estado de estabilidad similar al alfa
profundo. Por esa época, el doctor John C. Lilly, neurofisiólogo psicoanalista,
se propuso investigar sobre dicha hipótesis cuando trabajaba por encargo de la
armada en el National Institute of Mental Health de Bethesda Maryland.
Es
sabido que los experimentos sobre el aislamiento sensorial ya se habían estado
practicando con anterioridad. Lilly, en colaboración con el Dr. Jay Shurley,
planteó, que en el agua se podrían dar las mejores condiciones. Preparó una
cámara de la Marina. En ellas, el sujeto estaba provisto de un casco de buceo
para la cabeza y con flotadores para lograr una posición lo más relajada
posible. No del todo contento con la fuerza de
sustentación del agua dulce, la cambió por agua salada y la mantuvo a una
temperatura de 34,2 ºC para evitar sensaciones de calor o frío. Todas las
pruebas dieron excelentes resultados - acababa de nacer la cámara horizontal de
aislamiento sensorial-.
Con
la experiencia de la flotación, Lilly pretendía descargar al cerebro de la
tarea que le supone tener que calcular continuamente la posición del centro de
gravedad del cuerpo para ejecutar las operaciones físicas para lograr la
estabilidad. En este tanque de flotación, logró eliminar las sensaciones
provenientes del entorno y consiguió mantener la temperatura del agua al mismo
nivel que la del cuerpo, de modo que todas las terminaciones nerviosas de la
superficie corporal quedaran cubiertas por la solución salina. Finalmente el
Dr. Lilly logró que la flotación permitiera no sólo relajarse, sino activar
funciones cerebrales superiores que son las responsables de abrir nuevos
circuitos neuronales ya que la
reducción de estímulos favorece la generación de ondas alfa y theta, elementos
esenciales que propician la memoria, la
imaginación y la creatividad.
Las Investigaciones han concluido que
cuando los estímulos externos se reducen, se
alcanza estados de relajación profunda y una mejor capacidad de
concentración. Al flotar regularmente se incrementa la capacidad de atención y
por lo tanto del aprendizaje. El cerebro se encuentra más receptivo para
recibir y procesar la información.
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