lunes, 22 de septiembre de 2014

Terapia de Flotación. Origen y en qué consiste.



A principio de los años 50, los especialistas en neurofisiología plantearon que con la inhibición de la mayoría de los estímulos al cerebro, se lograba un estado de estabilidad similar al alfa profundo. Por esa época, el doctor John C. Lilly, neurofisiólogo psicoanalista, se propuso investigar sobre dicha hipótesis cuando trabajaba por encargo de la armada en el National Institute of Mental Health de Bethesda Maryland.

Es sabido que los experimentos sobre el aislamiento sensorial ya se habían estado practicando con anterioridad. Lilly, en colaboración con el Dr. Jay Shurley, planteó, que en el agua se podrían dar las mejores condiciones. Preparó una cámara de la Marina. En ellas, el sujeto estaba provisto de un casco de buceo para la cabeza y con flotadores para lograr una posición lo más relajada posible.  No del todo contento con la fuerza de sustentación del agua dulce, la cambió por agua salada y la mantuvo a una temperatura de 34,2 ºC para evitar sensaciones de calor o frío. Todas las pruebas dieron excelentes resultados - acababa de nacer la cámara horizontal de aislamiento sensorial-.

Con la experiencia de la flotación, Lilly pretendía descargar al cerebro de la tarea que le supone tener que calcular continuamente la posición del centro de gravedad del cuerpo para ejecutar las operaciones físicas para lograr la estabilidad. En este tanque de flotación, logró eliminar las sensaciones provenientes del entorno y consiguió mantener la temperatura del agua al mismo nivel que la del cuerpo, de modo que todas las terminaciones nerviosas de la superficie corporal quedaran cubiertas por la solución salina. Finalmente el Dr. Lilly logró que la flotación permitiera no sólo relajarse, sino activar funciones cerebrales superiores que son las responsables de abrir nuevos circuitos neuronales ya que la reducción de estímulos favorece la generación de ondas alfa y theta, elementos esenciales que propician  la memoria, la imaginación y la creatividad.

Las Investigaciones han concluido que cuando los estímulos externos se reducen, se  alcanza estados de relajación profunda y una mejor capacidad de concentración. Al flotar regularmente se incrementa la capacidad de atención y por lo tanto del aprendizaje. El cerebro se encuentra más receptivo para recibir y procesar la información.